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Importancia de la comunicación

Muy a menudo nos limitamos a sobrentender o a dar por supuestas algunas ideas que creemos que el interlocutor está expresando.

Pero esos conceptos no se adecuan a la intención que el otro, con quien dialogamos, quiere transmitir.

La clave de la buena comunicación no es argumentar, sino saber escuchar, tanto las palabras como el lenguaje no verbal.

La escucha activa es clave para mantener una buena comunicación.

Recibimos muchísima información sobre la importancia de la comunicación en todo ámbito, sea laboral, familiar, de pareja o social.

Pero a la hora de interactuar con los demás, muchas veces no tenemos en cuenta el impacto de nuestras palabras.

La palabra es un arma muy poderosa que puede acariciar, consolar, fortalecer, sostener y ayudar al otro. Pero también es una herramienta letal cuando la usamos para mentir y destruir.

Los procesos inconscientes actúan de manera tal, que en los vínculos no somos conscientes del modo en que abordamos la comunicación ni las relaciones.

Cuando nos relacionamos se pone en funcionamiento la transferencia psíquica, mecanismo por medio del que revivimos o actualizamos antiguas sensaciones, expectativas, temores o deseos experimentados hacia otra persona de nuestro pasado.

Esas sensaciones son proyectadas en el vínculo actual, obstaculizando la relación vincular y afectando la comunicación.

Por eso cuando escuchamos a quien nos habla, no siempre somos conscientes de que se juega cierta resistencia que tiene origen en el vínculo con aquella persona del pasado a quien creemos estar escuchando en el presente.

Lo viejo y lo nuevo se conjugan en un complejo mecanismo que actúa normalmente en todo momento de nuestra vida cotidiana.

Por eso la importancia del análisis y del método psicoanalítico, que es vital para sacar a luz los conflictos no resueltos que están ocultos en el oscuro lugar inconsciente de nuestra mente.

Analizar por qué nos perturba determinada persona, y buscar en nuestro interior la asociación con algún recuerdo que hubiese generado una sensación similar, es una manera sencilla de elaborar e interpretar nuestras reacciones.

Dejar de creer que la “culpa” la tiene el interlocutor, que siempre pone barreras para que no se entienda nuestro mensaje.

Transformar en palabras lo que sentimos no es tarea fácil, pero sí es facilitador de una buena comunicación en todo tipo de vínculos.

El proceso de la comunicación es complejo, y en el engranaje de su funcionamiento deben encajar adecuadamente todas las piezas:

  • la intención de quien transmite el mensaje
  • la forma en que lo transmite, teniendo en cuenta el lenguaje corporal o no verbal
  • la claridad y sencillez de su formulación, que puede no coincidir con lo que quiso decir
  • lo que el otro entiende
  • la transferencia que ambos proyectan sobre el otro, tanto el emisor como el receptor tienen su propia historia

Somos verdaderos escultores de los mensajes que recibimos, a los que le aplicamos nuestros filtros, nuestra percepción del mundo y la realidad, nuestras matrices de aprendizaje familiares y sociales.

Creamos o destruimos la información que nos llega creando realidades según nuestra experiencia, a través del lenguaje peculiar de nuestra cosmovisión.

Muchas veces creemos estar hablando de lo mismo con el otro con el que nos comunicamos, pero las percepciones son distintas.

La complejidad del proceso de comunicación permite que cometamos grandes fallas, que disminuyen nuestra capacidad para lograr acuerdos.

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