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Importancia de distinguir el bien y el mal

La importancia de distinguir el bien y el mal forma parte de la complejidad de la mente humana. En tiempos de predominancia del libre albedrío, necesitamos reflexionar sobre la ética.

El dilema de distinguir el bien y el mal fue abordado por los filósofos de todos los tiempos, desde la Antigua Grecia. Las comunidades necesitaron en sus orígenes crear la noción de moral como producto de un proceso de control.

En el ser humano, la capacidad de diferenciar lo correcto de lo incorrecto marca una diferencia dentro del reino animal. Es el cerebro el encargado de encontrar sentido a lo moral.

importancia de distinguir el bien y el mal en niño pobre

Los principales valores sociales se forman en la niñez.

El rol de las normas morales

Las normas morales son reglas de conducta que impone la sociedad, para encauzar el accionar de las personas. Un ejemplo claro es la construcción social que estableció un estereotipo femenino de género. A través de él, se sanciona socialmente la conducta femenina transgresora de los valores establecidos. Por lo que, además, la mujer autorregula su comportamiento para evitar la sanción social.

Dicho de otro modo, se ejerce una violencia simbólica sobre la mujer con el fin de controlar e inducir su conducta dentro de la sociedad y de los grupos sociales.

Sin embargo, las normas morales no necesariamente se identifican con las categorías bien y mal. Al respecto, en algunas culturas está “mal” que la mujer lleve los cabellos al descubierto. Por lo que cabe reflexionar sobre la mencionada distinción: ¿Está bien o mal lo que define la sociedad como permitido o hay otros parámetros?

Importancia de distinguir el bien y el mal: la neurociencia

La neurobiología moderna dio cuenta de sus investigaciones sobre cerebro y moralidad en la Universidad de Valparaíso, en la Facultad de Medicina. A través del neuropediatra Fernando Novoa Sotta, en ocasión de la celebración del mes del cerebro, se analizaron algunos postulados científicos.

Al respecto, la ciencia reveló una nueva concepción sobre el “cerebro moral” que no se relaciona con la religión, ni con la razón pura ni con las normas absolutas. Sino que el sustento de la moral humana está dado por un intercambio de químicos en la corteza prefrontal del cerebro.

Esos químicos posibilitan el proceso de sinapsis de las neuronas a nivel prefrontal. Lo hacen en una zona cerebral que termina de madurar y desarrollarse entre los 21 y 25 años de edad. Lo que explica que los adolescentes tengan menor control de las emociones que los adultos.

Las conductas antisociales (o moralmente reprochables) en alto grado son consecuencia de la disminución de materia gris en esa zona cerebral. Como también la zona prefrontal es la afectada en forma directa por el consumo de drogas y sustancias.

Si bien la ciencia afirma que la moral tiene sustento en la química, sabemos que nuestro cerebro tiene capacidad plástica. Eso significa que podemos adquirir valores sociales, corregirnos y superarnos en la fe en Cristo, la meditación y el desarrollo de la espiritualidad.

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